JACQUES-YVES COUSTEAU

Hablar de Jacques-Yves Cousteau, es ver al Charles Darwin de las profundidades del mar, es ese Carl Sagan descubriendo los misterios del gran azul. Es ese francés que en los años 80 llegaba la televisión chilena con sus películas acerca del fondo del mar, con ese acento extraño, y su ya mítico Calypso.

El padre del buceo ya en el año 1964 había ganado tres oscar por sus películas (The Silent World – The Golden Fish – World Without Sun), se adueño de los hogares nacionales para enseñarnos lo que hasta ese momento, nadie se había atrevido. Es el referente obligado de cada uno de nosotros al meternos al mar.

Jacques, es cerrar los ojos y volver a la niñez, es el primer paso de muchos buzos hoy adictos a esta narcosis mental que producen los equipos que él un día inventó, es la imagen de un hombre que se preocupó de lo que hoy el mundo esta apunto de perder.

Más allá de ser algunos sus alumnos televisivos, somos el legado de una dinastía que cubre el planeta entero, somos los hermanos (muy) menores de Philippe. Cuantos de nosotros no soñaron alguna vez con recorrer el mundo arriba del Calypso, aquel viejo barco con bandera francesa, que nos empujaba hacia un nuevo mundo con el que hoy nos relacionamos.

Y hoy, aunque ya no este entre nosotros, seguirá su nombre en cada uno de los buzos que día a día se equipan como lo hizo él una vez, para que así, ese rojo intenso de su sombrero que vimos por televisión, vuelva a brillar, como lo hacen nuestros ojos un segundo antes de dejar la tierra, para irnos a vivir bajo el mar…

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