jueves, agosto 17, 2006

Las cuentas de un Contador (1) (Nuevo Periodismo)


“Yo solo atinaba a retarla, en vez de comprenderla”

Las cuentas de un contador



El Parque del Sendero de Maipú funciona desde el año 1990 y en él, se sepultan entre nueve y doce personas diariamente. Este Cementerio ya cuenta con 55 mil lápidas dentro de sus 180 hectáreas.
Más de un kilómetro de pequeños almacenes que ofrecen subvenir para los muertos, son la parada obligatoria y la bienvenida de quienes van al parque santo entre las nueve de la mañana y las seis de la tarde. Banderas de Colo Colo y Universidad de Chile son las más compradas por los visitantes, así también los remolinos que son la diversión para el viento reinante del lugar. Tres remolinos en quinientos pesos, ramos de flores desde mil pesos, globos con el nombre del muerto o uno a elección, son la variada gama de recuerdos mortuorios que el visitante puede elegir antes de adentrarse en la parcela más visitada de Maipú.
El jardín de un antiguo castillo medieval, pareciera ser la última morada de los maipucinos: grandes avenidas vigiladas por gigantes árboles que dan sombra a cada una de las sepulturas, laberintos formados con pinos y álamos son los encargados de dar el aroma al cementerio, fuentes de agua que sirven de bebederos de las aves que nos miran pasar, y más de cien pequeños campos de fútbol, son la imagen perfecta de este cementerio privado en una de las comunas más grandes y frías del gran Santiago.
El viento que recorre cada rincón del cementerio, es el encargado de terminar con las hojas que el otoño se ha olvidado de botar, dándole así, el toque fúnebre que un campo santo se merece. Niños corriendo de un lado a otro, saltando entre las lápidas y mesas de camping plásticas que algunos llevan para organizar pequeños almuerzos familiares, son el contraste que se puede ver en este lugar.
Los minutos pasan lentamente para quienes llevan la pena de la despedida de un ser querido y para quienes no logran conformarse con la partida de quien amaron tanto. Muchos de ellos conversan con una lápida de mármol a sus pies, sin decir una sola palabra, como buscando en el pasto húmedo respuestas a cada una de sus preguntas...
“Madre hay una sola”

Para muchos visitar el cementerio es un acto de conmemoración de sus difuntos y lo hacen algunas veces en el año, pero para otros, en que ni el tiempo les ha dado consuelo, las visitas a las tumbas de sus seres queridos se transforman en dominicales peregrinaciones.

Pablo Pinto de treinta tres años, es uno de los que domingo a domingo peregrina por el parque del Sendero de Maipú. Con su pelo castaño claro, ojos verdes y triste mirada. El es una de las personas que fielmente visita el campo santo, más grande de esta comuna, por casi treinta minutos se dedica a observar la tumba de Alejandra Castro Pinto, su madre fallecida hace cinco meses. Hijo de padres separados, nació en Santiago en Marzo de 1973, trabaja como contador en una institución pública y estudia auditoria por las noches en la Universidad Diego Portales.

- ¿Ha habido algún domingo en que no vengas al cementerio?
- No…siempre vengo a ver a mi vieja, esto ya paso a ser casi un ritual.
- ¿Pero no crees que hay rituales que te van cansando con el tiempo?
- Tal vez, pero me gusta estar aquí, así la acompaño...
Con la evidente pena reflejada en sus ojos, le ofrezco un cigarrillo y sin mediar palabra alguna comenzamos a recorrer las avenidas del Parque del Sendero.
(Parte 1)
Viajero Chile

2 Comentarios:

Blogger Unknown dijo...

Jajajá!!! jajajá!!! INCREÍBLE!!!
no puedo parar de reírme jajajá

6:15 p. m.  
Blogger VIAJERO CHILE dijo...

Voy a escribirlo en serio mejor, no vaya a ser cosa que la vieja llegue sin querer a dar con los blogs ¡¡¡

:P

5:11 p. m.  

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